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Basuras marinas

QUÉ SON LAS BASURAS MARINAS

Las basuras marinas suponen una seria amenaza para la vida marina, tanto por su elevada cantidad en el medio marino como por su composición (mayoritariamente plásticos con unos elevados tiempos de permanencia en el medio, en ocasiones superiores a 200 años, que se fragmentan en pequeñas partículas o microplásticos), y pueden afectar negativamente a los individuos, poblaciones y ecosistemas marinos.

Las basuras marinas y, en particular la acumulación de residuos plásticos, han sido identificadas como un problema global junto con otros temas actuales clave como el cambio climático, la acidificación oceánica y la pérdida de biodiversidad (CBD and STAP-GEF, 2012).

Impactos en ecosistemas marinos. Los impactos más importantes producidos por la contaminación por basuras marinas son el enredo de fauna marina en basuras, la ingestión de basuras marinas por parte de organismos vivos de todos los tamaños, los efectos derivados de su potencial como vector de introducción de especies alóctonas, la alteración de la estructura de las comunidades bentónicas y la degradación de los fondos marinos. Estos impactos varían en función del tipo y tamaño de los elementos que componen las basuras marinas y de los organismos marinos con los que interaccionan.

Asimismo, se han constatado efectos en las capacidades de alimentación, respiración, crecimiento y reproducción en una gran variedad de organismos a causa de los microplásticos. También es importante indicar que los efectos nocivos en los organismos no son sólo producidos por la incorporación de microplásticos sino también por el efecto de los aditivos que estos contienen.

Impactos sobre la salud humana. Además de estos impactos físicos, existe una creciente preocupación por el impacto sobre la salud humana como consecuencia de las sustancias tóxicas liberadas por los residuos plásticos o la influencia que tienen los microplásticos al potenciar el transporte y la biodisponibilidad de sustancias tóxicas, bioacumulativas y persistentes que podrían entrar en la cadena alimentaria. Los organismos marinos como el zooplancton pueden ingerir diminutas partículas de plástico (que pueden concentrar restos de hidrocarburos y transportar pesticidas como el DDT) y acumularlas en sus cuerpos. Estos contaminantes pasan a otros organismos que se alimentan de zooplancton y así sucesivamente. Así, tanto las piezas de plástico como los tóxicos se acumulan en el cuerpo de los depredadores y aumenta su cantidad a medida que se avanza en la red trófica marina, lo que se conoce como bioacumulación y biomagnificación, respectivamente. Los daños no sólo se circunscriben a la vida del mar, sino que pueden llegar al ser humano, cuando consume productos marinos.

Impactos socioeconómicos. Las basuras marinas tienen también un impacto socioeconómico negativo, pudiendo provocar pérdidas económicas a industrias como la pesca comercial y el tráfico marítimo (obstrucción de hélices), así como a las actividades recreativas y al turismo.

Las basuras marinas pueden provocar la degradación de los caladeros de pesca y producir pesca fantasma cuando aparejos de pesca como redes, trampas y nasas que los pescadores han abandonado, perdido o desechado continúan atrapando y matando un gran número de organismos marinos.

También ponen en peligro la salud y la seguridad humanas tanto por las heridas causadas por las basuras a los bañistas como por los accidentes en las embarcaciones debidos a las basuras marinas.

Las basuras marinas además de producir contaminación estética en las costas que puede afectar al turismo y a las actividades recreativas, impactan a las economías locales, no solo por la pérdida de ingresos procedentes del turismo sino porque la limpieza de la basura de las playas y su gestión puede llegar a ser muy costosa.

 

Drones de la Universidad de Vigo buscarán basura en las Cíes

En marcha una iniciativa innovadora para detectar residuos en el mar desde el aire

La Universidad de Vigo lidera un proyecto que busca aplicar las tecnologías de los vehículos aéreos no tripulados para conseguir imágenes que faciliten la detección de posibles residuos presentes en las playas o en otras zonas costeras, ayudando así a los servicios de limpieza. Y el campo de pruebas serán las Cíes.

La iniciativa, denominada «LitterDrone», está liderada por el Grupo de Procesado de Imagen y Realidad Virtual de la Universidad de Vigo dentro de la convocatoria europea BlueLabs, informa la institución académica en su diario digital.

Cuenta, además, con la participación del grupo I-markt, también de la Universidad de Vigo; de la empresa de material topográfico Grafinta, y de la Asociación Española de Basuras Marinas.

Pilar Zorzo, presidenta de esta asociación, explica que el objetivo es «conseguir un mar libre de residuos, entendiendo estos como restos sólidos y manufacturados que acaban en zonas costeras, es decir, que son fruto de la actividad humana».

Ha apuntado como «clave» el «saber qué son, las cantidades que hay y dónde están los restos» no solo para proceder a retirarlos, sino también para conocer su procedencia y emprender medidas de gestión que los eviten.

Los investigadores implicados en el proyecto proponen un seguimiento de los restos de forma automatizada, para lo que emplearán drones equipados con cámaras digitales que remitirán las imágenes que se utilizarán a la hora de diseñar un software capaz de identificar los objetos extraños y caracterizar los restos.

Esta tarea, explica el coordinador del proyecto Fernando Martín, se basará en la «extracción de las características» de los desechos para desarrollar luego un sistema capaz de aprender los diferentes tipos de basura marina.

El resultado final «debería ser una o varias herramientas de software que permitan detectar los diferentes tipos de residuos» para estudiar luego «posibles servicios o modelos de negocio que pueden surgir para explotar la tecnología desarrollada», según destaca una de las investigadoras, Carmen Otero.

La finalidad de LitterDrone es, como explica Fernando Martín, es  «aplicar las tecnologías de los vehículos aéreos no tripulados o drones para conseguir imágenes que posteriormente se procesarán para la detección de posibles residuos presentes en las playas o en otras zonas costeras». Se trataría, remarca, «de saber dónde hay basura y de que tipo para ayudar al personal encargado de la limpieza».

La empresa Grafinta realizará varias fases de prueba, en Huete (Madrid) y sobrevolando  las Cíes. Estos vuelos servirán para testar y elegir el tipo de avión y de cámara que se emplearán en la segunda fase